I. Referencia:
Kaufam, A. y Rodríguez M. (2001). La escuela y los textos. Buenos Aires: Santillana.
II. Vocabulario especializado:
1. Competencia comunicativa: capacidad de comprender y producir mensajes coherentemente en distintos formatos.
2. Competencia lingüística: conocimiento que tiene el hablante del léxico y la gramática de la lengua que habla.
3. Trama: modos de estructurar los diversos recursos de la lengua para vehiculizar funciones del lenguaje, por ejemplo: trama narrativa, trama argumentativa, trama descriptiva y trama conversacional.
4. Lenguaje escrito: se refiere al lenguaje que se expresa de manera formal, considerando la diversidad discursiva.
5. Sistema de escritura: código de notación, que comprende reglas para la realización de una lengua.
III. Resumen:
Las autoras, en su libro, presentan un trabajo exhaustivo, dividido en cuatro capítulos, sobre la naturaleza de los textos propios del contexto escolar con la finalidad de exponer sus características y favorecer la formación de lectores y escritores mediante una propuesta didáctica. Antes de abordar la clasificación de textos toman como punto de partida una breve reflexión acerca del rol del docente, la importancia de los contenidos y el desempeño de los alumnos reunidos en una expresión: la triada de acción. Sostienen que es fundamental la articulación de estos elementos para lograr la producción y la interpretación de diversos tipos de textos. En atención a este propósito, plantean en el primer capítulo un esquema de clasificación de textos, no sin antes aclarar que dicha selección y clasificación no pretende ser exhaustiva, sino más bien ajustada al contexto de la escuela y la sensibilización del niño hacia el sistema de escritura y el lenguaje escrito. Asimismo, especifican que los textos manifiestan diversas funciones del lenguaje pero siempre predomina una; y se refieren a las tramas del texto representadas por las marcas y su estructura características. En este sentido, al abordar los textos escolares destinados a la enseñanza de la lectura, Kaufam y Rodríguez señalan que los lectores no se forman con materiales elaborados para la escuela, sino gracias a la diversidad de textos. De ahí que resalten la importancia de seleccionar un recurso apropiado en el aula. Ello plantea una organización de proyectos didácticos con énfasis en la producción de textos a partir de la planificación, escritura, corrección y reescritura del mismo. Finalmente, aconsejan distanciarse de la evaluación pues se corre el riesgo de que el docente se oriente únicamente por ésta y se genere rechazo por parte de los estudiantes.
IV. Comentario crítico:
Leer y escribir, a pesar de ser acciones que se inician y ejercitan formalmente en la escuela, no siempre son enfocadas considerando los múltiples propósitos de la comunicación. En este sentido, las autoras, en La escuela y los textos, consideran la triada: alumno, contenido, docente como una vía para materializar una propuesta didáctica que apunta a un acercamiento al sistema de escritura y el lenguaje escrito. En otras palabras, este enfoque propicia el análisis de la forma de los textos con intención de facilitar su producción.
Es mi opinión que las autoras presentan un trabajo minucioso que define y caracteriza de manera accesible una selección de textos. Consideran sus funciones y especificaciones lingüísticas, aporte que, a mi juicio, constituye uno de los principales aciertos de este estudio. Esta información, además, permite a los lectores ampliar, mediante la consulta de otras fuentes, la caracterización de estos textos.
Como docentes o mediadores nos corresponde crear situaciones que permitan a nuestros estudiantes desarrollar competencias que les serán útiles en un contexto real. Por eso, es fundamental tener criterios claros para seleccionar textos apropiados para hacer de la lectura y escritura experiencias comunicativas —o estéticas, por qué no— significativas para todos, estudiantes y maestros. Al respecto, me llamó la atención lo claras que son Kaufam y Rodríguez al plantear que los textos escolares no necesariamente cumplen con este objetivo. A pesar de que hay libros que intentan recopilar diversos tipos de textos, éstos no sustituyen la experiencia de leer un reportaje directamente en un periódico, o una receta de cocina en un recetario recortable obtenido de una revista. No obstante, los libros de lectura y las cartillas siguen siendo los materiales de mayor prescripción en las escuelas para la enseñanza y ejercitación de la lectura; y el libro de texto o enciclopedia, desafortunadamente, es la única fuente de información a consultar.
Tener “pistas claras” sobre los tipos de textos nos permitirá indefectiblemente motivar su comprensión y producción. En este sentido, este libro propone trabajar por proyectos como una vía más efectiva y organizada. Hay que resaltar que las autoras no presentan recetas, sino más bien modelos a considerar para crear propuestas particulares, ajustadas a los intereses del grupo y sus necesidades. En este punto, se le da cabida a la libertad de los niños. Qué mejor oportunidad que la escritura para expresarse libremente, para favorecer la creatividad y ejercitar la técnica. Creo que aquí radica otro de los retos que el docente o mediador debe encarar: saber interpretar las producciones de los niños y jóvenes. Ahora bien, planteamientos como el anterior, nos lleva a la evaluación. Si el docente o mediador no tienen los parámetros claros del tipo de texto, no se facilita su comprensión, y en consecuencia se complica su posterior evaluación. ¿Y es que la finalidad de estas actividades debe ser la evaluación? Creo que el análisis de resultados y la recopilación de producciones de los alumnos permitirán evidenciar progresos y reforzar debilidades con miras a optimizar las creaciones posteriores.
A manera de conclusión, establecería que la lectura y escritura, como las dos caras de una moneda, permiten experimentar las diversas dimensiones que les son inherentes. Favorecer la reflexión sobre los tipos de textos y el proceso de escritura posibilita la formación de un lector y productor autónomo. De manera que es inevitable, para nosotros los docentes mediadores, acompañar este recorrido a nuestros estudiantes siempre teniendo en cuenta el desarrollo y fortalecimiento de sus competencias comunicativas y lingüísticas.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
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